Esa vocecita en tu cabeza que te critica sin piedad… ¿te suena? ¿Esa que te roba la energía con su pesimismo? Si te pasas el día perdido en tus pensamientos, dándole mil vueltas a todo hasta quedar agotado, créeme, es una característica habitual del temperamento melancólico y sé exactamente de lo que hablas.
Pero, ¿y si esa mente que parece tu peor enemigo fuera en realidad tu mayor superpoder? Porque esa profundidad, esa capacidad de análisis, es también la fuente de una creatividad increíble, de una sensibilidad única y de una concentración a prueba de todo. Tener un temperamento melancólico no es una debilidad, es tener un set de herramientas increíbles que quizás, nadie te ha enseñado a usar.
Quédate conmigo, porque en este vídeo te voy a dar cinco trucos psicológicos, cinco llaves maestras, no para que cambies quién eres, sino para que uses tu propia naturaleza a tu favor, le bajes el volumen a la ansiedad y liberes por fin todo el potencial de tu temperamento melancólico.
A ver, cuando hablamos de personalidad melancólica, no nos referimos a estar triste todo el día, sino que describimos al temperamento melancólico. Piénsalo más como un tipo de temperamento, una forma de ser profunda y compleja. Si te identificas con esto, seguro que eres perfeccionista, leal como nadie y con una mente súper analítica. Tienes un universo interior riquísimo y ves la belleza y el significado en cosas que otros ni notan.
Claro que, esa misma profundidad de tu temperamento melancólico tiene su lado B: puede llevarte a ser tu crítico más duro, a dudar de ti y a preocuparte por absolutamente todo. Pero el secreto no es pelearte contigo mismo. El secreto es entender cómo funciona tu mente y darle lo que necesita para brillar. ¿Empezamos con el primer truco?
Truco 1: La Regla del “Suficientemente Bueno”
Vamos con el primer truco, que es un antídoto directo contra ese perfeccionismo que te paraliza: la regla de lo suficientemente bueno. Si tienes un temperamento melancólico, seguro que te da pánico empezar algo, porque empezar significa que puede no ser perfecto.
La regla es fácil: en vez de apuntar al 100%, apunta a un 70% u 80%. Define qué es suficientemente bueno para esa tarea y, cuando llegues ahí, para. ¿Por qué funciona para el temperamento melancólico? Porque te saca de la parálisis y te demuestra que avanzar es mucho más valioso que esa perfección que nunca llega. Como decía G. K. Chesterton, si algo vale la pena hacerse, vale la pena hacerse mal. La idea es lanzar una primera versión y luego ir mejorando, no esperar el momento perfecto que jamás existirá.
¿Estás escribiendo un informe? Pues haz un borrador que esté suficientemente bueno y mándalo. ¿Tienes un proyecto creativo? Crea un prototipo que funcione, no la obra maestra definitiva. Este simple cambio le quita muchísima presión a tu temperamento melancólico y te permite, por fin, arrancar.
Truco 2: El Diario de Evidencia Positiva
La mente de alguien con temperamento melancólico, por defecto, tiende a ver el vaso medio vacío y a poner el foco en todo lo que salió mal. Para hackear esa tendencia, necesitas darle pruebas de lo contrario. Y para eso, vamos a usar el Diario de Evidencia Positiva.
Es muy sencillo: cada noche, antes de irte a dormir, apunta tres cosas que te salieron bien ese día. Y aquí viene la clave para gestionar tu temperamento melancólico: escribe cuál fue tu papel en que salieran bien. No tienen por qué ser hazañas épicas. Puede ser algo como terminé esa tarea pesada en el trabajo porque logré concentrarme o hice reír a mi amigo porque le conté una buena anécdota.
Ojo, esto no es el típico pensamiento positivo vacío, es un entrenamiento real para tu cerebro con temperamento melancólico. Con el tiempo, le enseñas a tu mente a buscar y reconocer tus aciertos y fortalezas, construyendo una autoestima basada en hechos, no en deseos.
Truco 3: Programa una “Cita para Preocuparte”
¿Te suena eso de pasar horas y horas dándole vueltas a lo mismo en tu cabeza, como un hámster en su rueda, sin llegar a ninguna solución? Ese bucle mental se llama rumiación y es agotador, especialmente para el temperamento melancólico. El tercer truco consiste en ponerle una correa a esas preocupaciones: vamos a programarlas.
Elige 15 minutos al día, por ejemplo, a las seis de la tarde, y llámalo tu Cita con las Preocupaciones. Durante el resto del día, cada vez que aparezca un pensamiento de esos que agobian a tu temperamento melancólico, lo anotas y te dices: gracias por el aviso, mente, pero de esto me encargo a las seis.
Cuando llegue la hora, te sientas y revisas la lista. Te vas a sorprender de cuántas de esas terribles preocupaciones han perdido toda su fuerza. Y para las que queden, usa ese tiempo para pensar en un pequeño paso práctico para solucionarlas. Con esto, evitas que la ansiedad que a menudo acompaña al temperamento melancólico te domine el día entero y la encierras en su propio corralito.
Truco 4: Separa al Actor de la Situación
La voz del crítico interior es especialista en algo muy tóxico para el temperamento melancólico: mezclar lo que haces con lo que eres. Si un proyecto sale mal, tu mente no dice el proyecto falló, dice soy un fracaso. Este truco es clave para romper esa dinámica: aprende a separar a la persona, o sea tú, de la situación, el resultado.
La próxima vez que algo no salga como esperabas, para en seco y analiza, un ejercicio muy útil para tu temperamento melancólico: ¿qué factores externos jugaron un papel? ¿Acaso tenías todas las herramientas? ¿Surgió algún imprevisto? Quizás no fue un fallo de tu capacidad, sino de las circunstancias.
Por ejemplo, en lugar de machacarte con un soy pésimo hablando en público, prueba a decir me puse nervioso en la presentación porque anoche dormí fatal y había mucho ruido en la sala. Este pequeño cambio de guion crea distancia, algo vital para el temperamento melancólico. Te permite ver el error como lo que es: un evento del que puedes aprender, no una sentencia sobre tu valor como persona.
Truco 5: Transforma los “Debería” en “Elijo”
Y vamos con el último truco, que es un cambio de chip potentísimo en tu diálogo interno, especialmente si tienes un temperamento melancólico. Tu cabeza seguro que es un festival de debería: debería hacer más deporte, debería socializar más, debería tener más éxito. Los debería son órdenes disfrazadas que solo sirven para generar culpa y ansiedad.
El truco es tan simple como poderoso y liberador para el temperamento melancólico: cambia cada debería por un elijo. En vez de debería hacer más ejercicio, prueba con elijo hacer ejercicio porque me da más energía. En lugar de debería ser más sociable, di elijo quedar con este grupito de amigos porque valoro de verdad el tiempo que pasamos juntos.
¿Ves la diferencia? No es solo cambiar una palabra. Es pasar de ser una víctima de tus propias reglas a ser el piloto de tus decisiones, dándole el control a la parte más sabia de tu temperamento melancólico. Dejas de obedecer una obligación y empiezas a tomar una decisión consciente por y para ti.
Conclusión
Y ahí lo tienes. Cinco herramientas prácticas para que tú y tu temperamento melancólico empecéis a jugar en el mismo equipo. Desde aceptar que suficiente es el nuevo perfecto, hasta llevar un diario de tus victorias, ponerle horario a tus preocupaciones, separar tus fallos de tu identidad y cambiar los debería por elijo.
Dra. Faltas
Referencias
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